lunes, 17 de abril de 2017

Colitis ulcerosa o ulcerativa según la NMG



Colitis ulcerosa o ulcerativa según la NMG
La llamada colitis ulcerativa (o ulcerosa) se define, en la medicina convencional, como un tipo de enfermedad intestinal inflamatoria que afecta el intestino grueso y el recto. Como ocurre con frecuencia, la causa de esta enfermedad se desconoce, y lo que se postulan al respecto son hipótesis que no han podido ser comprobadas.

La NMG ofrece un modelo explicativo y comprobable en cada caso particular. Según la NMG, la colitis ulcerativa es la manifestación orgánica de un conflicto biológico de contrariedad indigesta, con un matiz específico: haber sufrido una "guarrada", una "faena", una "mala pasada", una "mala jugada" una "acción vil", "injusta", "denigrante", algo "innoble".

Durante la fase activa del conflicto biológico, se produce una proliferación celular en la zona del colon, sigmoide o recto (o en las tres a la vez). Si este conflicto biológico se mantiene constante, por algunos meses, se producirá un tumor en la zona, que será con toda probabilidad diagnosticado como cáncer. (Por este motivo, se considera como una de las complicaciones de la colitis ulcerativa el riesgo de aparición del cáncer de colon. En realidad, ambas enfermedades tienen el mismo conflicto biológico como causa, solo que su evolución e intensidad es diferente, por lo que su manifestación orgánica también varía.) 




Si se soluciona el conflicto biológico, la proliferación de células que se produjo en la fase activa, será "barrida" o "limpiada" mediante la acción de microbios, lo que producirá un proceso inflamatorio intestinal, diarrea en algunos casos con hemorragias moderadas.

En el caso de la colitis ulcerativa, el conflicto activo ha durado relativamente poco tiempo, no dando lugar a la formación de un cáncer. En este caso, las personas ya ha solucionado el conflicto (de allí que sus síntomas sean los de la fase de curación, fiebre, diarrea, dolor abdominal, etc.) pero con la particularidad de que la fase de curación (que dura aproximadamente el mismo tiempo que duró el conflicto activo), nunca llega a su fin, porque la persona reactiva el conflicto biológico antes de que termine la fase de curación. 




Esta situación se denomina en la NMG una "curación en balance o suspenso", ya que si bien está en fase de curación, no termina nunca por intercalarse breves periodos de conflicto activo (que a su vez requerirá una fase de curación correspondiente). Esto ocurre involuntariamente, sin que la persona se de cuenta (generalmente, por un estímulo del entorno que la persona asocia con su conflicto inicial)

Un ejemplo real quizás permita ilustrar mejor lo que queremos decir: Una persona, empleada de una empresa, es acusada ante el jefe por uno de sus compańeros de haber robado a la compańía. Esto produjo en el paciente un shock (DHS), que vivió en soledad y aislamiento emocional (ya que todos lo condenaron y no consiguió comunicar su dolor a nadie). El matiz que sintió fue el de haber sufrido una acción vil, traicionara, y malintencionada.

A las pocas semanas, después de la investigación, se demuestra que el paciente era inocente y se reivindica su reputación en la empresa, entrando así el paciente en fase de curación de su conflicto. Pero el paciente no olvida la acción vil y la "faena" que sufrió por la mala intención de su compańero, por lo que cada vez que le mira la cara, le escucha la voz, o se habla de que algo malo ocurrió en la compańía, el paciente asocia esos estímulos externos con el conflicto vivido inicialmente, con lo cual lo reactiva constantemente (incluso diariamente y a intérvalos mientras está en el trabajo), entrando en la fase de curación solamente cuando llega a casa y se olvida del trabajo.

El paciente entra en estrés cada vez reactiva su conflicto, pero no es el estrés en sí la causa de esta enfermedad. Es por este motivo que, erróneamente, se ha creído que el estrés está relacionado con la colitis ulcerativa o que la agrava, lo que es demostrablemente falso. Es la reactivación del conflicto (manifestado en parte como estrés), que dará lugar a la cronicidad de la enfermedad, y a su manifestación cuando se entre en la fase de curación. (Esta reactivación automática del recuerdo del conflicto, es equivalente a los recuerdos que nos vienen espontáneamente a la mente cuando escuchamos una canción que nos gustaba en la infancia, u olemos alguna frangancia que relacionamos con y nos hace recordar a una persona a quien no vemos desde hace tiempo y que queríamos mucho. Esto mecanismo, cuando recuerda y reactiva automáticamente un conflicto biológico, se denomina RAÍL en la NMG.)

Se ve con frecuencia este trastorno en situaciones de mobbing o acoso laboral. En este artículo se seńala: "Los síntomas del malestar ocasionado por el pueden identificarse según la psiquiatra: "ante el vacío, surgen los síntomas corporales: trastornos digestivos que se inician con diarrea; luego viene el colon irritable y puede terminar en una colitis ulcerosa. También suele elevarse la presión arterial que, si se prolonga, puede derivar en un infarto o en un accidente cerebrovascular"

Por supuesto, no todo el que sufra mobbing hará esta enfermedad (ya que su enfermedad no depende de lo que le ocurra a la persona, sino del conflicto biológico que haga ante una determinada situación), ni tampoco todo el que tiene esta enfermedad es porque sufre mobbing. Cada caso es particular, y lo único que tiene en común es la vivencia del conflicto biológico de contrariedad indigesta con el matiz de sufrir una acción vil, traicionera o mal intencionada.

El tratamiento de esta enfermedad se hace, en la NMG, en los tres niveles: psique, cerebro y órgano. El conflicto biológico debe ser resuelto definitivamente, evitando su reactivación. Esto es lo más importante de la terapia, ya que es lo que inducirá la remisión. Esto, en la práctica, es difícil hacer, sobre todo cuando el conflicto lleva mucho tiempo y la persona está "acostumbrada" a reactivar su conflicto bajo la influencia de estímulos externos constantes y reiterativos. En estos casos, la mejor solución sería evitar dichos estímulos para así evitar, a su vez, la reactivación del conflicto (y la cronicidad de la enfermedad).

El tratamiento sintomático debe ser prescrito por un médico, y ajustado a cada caso concreto. Este tratamiento orgánico es útil, pero no es suficiente para la curación si el paciente no resuelve definitivamente su conflicto.